Entre Usted y yo… la justicia es injusta.
Ser justo es una virtud. Una virtud humana que, a diferencia
de otras virtudes, está al alcance de nuestras manos, para que la
utilicemos siempre que lo necesitemos. Da igual la condición de cada uno, todos
tenemos la posibilidad de obrar con justicia en la medida necesaria.
A nivel personal, y según el baremo que cada uno tenga
establecido, en base a los valores morales que le han sido inculcados, en
términos generales aplicamos nuestra justicia siempre con el mismo criterio. O
al menos lo intentamos. Sin embargo, a nivel institucional, donde hay unas
leyes que cumplir, la historia es bastante diferente.
La ley está escrita. Y no sólo está escrita, si no que
además se debe cumplir. Podemos discutir si una ley es necesaria, errónea, o
que no favorece a todo el mundo, pero mientras esté escrita y aprobada, hay que
cumplirla. Hacer que se cumpla, debería de ser tan sencillo como leerla y
ejecutar la sentencia que esta dictamine. El juez de turno, tras estudiar y
cotejar que se ha cometido una infracción, debería aplicar la sanción que esté
tipificada para dicha infracción. Así de
simple.
Pero, entonces… ¿dónde está el problema para que la ley sea
justa?, me dirá usted. El problema reside en que las sanciones a cumplir por
saltarse la ley a la torera, son impuestas por jueces humanos. Como ya he dicho
anteriormente, la justicia es una virtud humana, y como todo lo humano, es
susceptible de ser sugestionada por todo tipo de agentes externos, provocando
que pierda eficacia… y termine siendo injusta.
Los jueces, cuya primera dedicación es velar por que se
cumpla la ley, deberían limitarse a aplicar dicha ley, e imponer la sanción sin
ningún tipo de miramiento. Sin embargo, se ven sometidos a todo tipo de
sobornos, amenazas y extorsiones varias, que merman su capacidad de impartir
justicia hasta prácticamente hacerla desaparecer.
No les echo la culpa a los jueces. Al menos no toda la
culpa. Ellos bastante tienen con capear el temporal, cada vez que a algún
todopoderoso se le antoja pasarse la ley por el forro. Son humanos, y como
todos, tienen sus temores, le tienen apego a la vida y tienen familias por las
que velar. Supongo que cualquiera en su situación, cedería ante el poder de las
amenazas, porque, como se suele decir, el cementerio está lleno de valientes.
¿La solución? No sé si la habrá, pero con los avances tecnológicos
de los que disponemos, se podría contemplar la posibilidad de aplicar dicha
tecnología a la justicia, crear un programa informático que sea el encargado de
aplicar la justicia. Un programa informático no sería susceptible de sobornos
ni amenazas, pero… seguramente se las ingeniarían para que “fallara” en su
favor
.